miércoles, 1 de abril de 2009

Conversaciones.

Primera hora de la mañana, siete y veinte.
¿Conversaciones?

-Dice ella: ¡Cuánto tiempo hacía que no escuchaba a Supertramp!
-Pienso yo en degollarla, sugiero, y digo:
¡Más del que tú crees, bonita! Y seguramente pasará otro tanto.
Entre otras cosas porque suena Status Quo.

Ella, que es mamá (con entonación de o sea, te lo juro por Snoopy), y los que no tenemos “cargas familiares” entre otras cosas porque no nos sale de los espermatozoides (por no decir de los cojones, o de la mente) no sabe motivo alguno por el que nos quejamos, dice:
-Que estrés, tengo que ir a buscar a la nena (me decía loco de pasión) al cole; y desplazarme con ella al conservatorio de música, tiene violín. ¡Qué rutina!

-Pienso yo: pues hija, para tener familia y verla como una carga… Eso sí, queda monísimo en los círculos al decir: la nena toca el violín.
¿Le gustará a la nena?
Además, pienso ¿y tú cuándo disfrutas de tu hija, cómo sabes lo que le gusta?
¡Coño! Sales antes de que se levante, la ves entre que sale de un sitio y la enchufas en otro, le das la cena y hala, a la cama.
Eso sí, el poco tiempo en que la ves, es una rutina…
¡Ja!
Ríete de los peces de colorines.

Me mira con ojillos de cordera degollada, buenacita ella
¡Sí yo nunca he roto un plato!
Pregunta en tono zalamero: ¿Necesitas los dos enchufes?
Respondo, seco, serio: No.
Pienso: No necesito ni uno, ni dos; me lo guiso y me lo como. No me seas políticamente correcta ahora, asco me da lo políticamente correcto. No tienes ni pizca de humanidad, me engañaste dos veces; la primera, puede ser que fuera culpa tuya, es igual, me abrí, rencoroso no soy; la segunda, culpa mía fue, creí qué, pensé qué… Ya se sabe, hermanos del tonteque.
Ya no más.

Curiosa conversación con mismamente:
¡Cuánta indigencia!
Nunca hubo tantos medios.
Sobran medios para alimentarnos, vestirnos.
¿Y la vida?
¡Indolencia!
¡Indigencia vital!
Padecemos.

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