sábado, 25 de abril de 2009

Espantando palomas.

¡Jodere Jose!
Es que estoy hartito de ellas, oye.
Anidan en el tendal. A veces tengo que volver a lavar lo tendido y lavado, por todo se cagan.
¡Ja!, animalillos de la Paz.
Las mejores mensajeras, puede.

Cocino la cena.
Y son las tres o y pico.
Llevo cocinando desde las diez.
¿Te lo crees?
Écheme igual, lo creas o no.
Es verdad. Es más, una semana llevo cocinando, o toda una vida vivida.

¿El menú?
Te cuento un cuento:

El postre ya está hecho. Milhojas de chocolate rellenas de nata arrejuntá con queso mascarpone, una segunda capa con tofe.

De segundo: solomillos de cerdín, macerados en jierbas (no preguntes cualas son ellas, ya no recuerdo), acompañados de piña y manzanita salteadas (es decir, tostadas, coloridas), si gustas de probar salsa de mango (ahora que recuerdo, después de aquí, salsa de mango hago, aun no la he preparado)

Intermedio, así me da tiempo a preparar el segundo, sorbete de limión al champlán.

¿Primero? Lo primero, recibir, abrazar y besar, manos dar, abiertas de par en par.
Vamos con el primero: sorpresa de arroz, Catalina, gratinada.
La sorpresa está en los adentros, lleva el arroz incrustado doradas (previamente hechas al horno y desmigadas después. Con estas manitas limpias) y langostinillos. Espero que ni una espinita se haya colado.

Mientras desmigo, escucho, retoños de paloma escucho. Ya no puedo espantar.
Una vez, huevos de paloma tiré, nido incluido.
Siendo palomitas, no puedo, no quiero. Ya volarán. Ya espantaré.

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