miércoles, 18 de febrero de 2009

¡Ah! ¡Era eso!

Quedó un poso extraño. Una voz interna, difusa, no conseguía entender su significado ¿por qué me encendía por momentos? Cierto desasosiego.
Frases por acabar, interrumpidas por otras. A nadie parecieron interesar.

Caminaba por la ciudad, oscuro (el día porque se había acabado; y yo por un no sé qué, que qué sé yo, que yo qué sé). Pasé por delante de un edificio que me gusta, especialmente, iluminado por el artificio: robusto, señorial, majestuoso, precioso. Y en ese preciso instante todos los focos, hasta ese momento dirigidos al edificio, iluminaron mis adentros. Y surgió así la clave.
¡Ya lo entiendo!

Arquitectura creada por humanos, en ocasiones impresionante. Siempre será preferible, al menos para ami, las construcciones de la naturaleza, siempre vivas, siempre cambiantes.

“…la especialización del hombre civilizado moderno ha traído consigo una especie de artritis prematura para muchos de nosotros… El esfuerzo tiende a regular nuestras vidas en vez de la fuerza y el dejarnos ir en vez de entregarnos. No obstante, es el árbol, el que no tiene nada que dejar ir y que simplemente se rinde, el que exhibe esa gracia en el ventarrón y que tiene la elasticidad para sobrevivir.”

No represento a nada; no represento a nadie; no quiero representar a nada; no quiero representar a nadie; ni lo necesito. No soy representativo de… Es mi ser. Soy así.

Cuestión de gusto y preferencia. ¿Mejor el tuyo? ¿Y sí está corroborado por alguien, tienes la razón de tu parte? Pues vale, pues de acuerdo, pues tú ganas, ¡enhorabuena a los premiados! Luego pues.

¡Eso era!

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