martes, 3 de septiembre de 2013

Revuelta.

 Pues si, me se revolvió el ordeñador…
 sin palabras, díjolo el: “hasta aquí hemos llegado, y ahorita mismito me apago, aunque me vuelvas a encender, a cabezón no me vas a ganar y me apago…”
 díjele yo, con buenas palabritas y hasta alguna caricia: “pero, hombre por dos, después de tantísimas vicisitudes pasadas al unísono ¿ahorita me vas a dejar? Ya sé que muy listiño no te soy, alguna burrología te habré hacido pero siempre desde el cariño… yaaaa, ya sé que la ignorancia, aunque carente de maldad e intención, es una excusa inexcusable…”

Se fue, se fue, se fue…

 Revuelto de setas y gambas… Pues no, hoy tuve examen teórico y práctico.
 En la teoría, creo que no fallé.
 Me tocó hacer, en la práctica:
 -Un bollo de pan (aquí creo que tampoco fallé, salió crujiente en la corteza; esponjosa la miga; en su punto de sal el conjunto… si bien he de esperar al dictamen)
 -Unas Lubinas a la sal acompañadas de “Sabayón de Limón” (una salsa sutil y ligera es el “sabayón…”): aquí sí, fallé; las Lubinas estaban en su punto, riquisísimas en sabor, en su punto de sal (aquí está el intríngulis de la cuestión, hacer un pescado a la sal sin resultar salado…)…

 Si salieron tan bien, en su punto y no otro ¿Por qué dices que fallaste? Fallé, no me dio tiempo a hacer el “Sabayón de limón”… Creí que iba sobrado de tiempo e hice la “masa madre” del pan, pensando que mañana alguien tiene que hacer el pan fresco, recién hecho, que comemos todos los días… Por pensar en los demás no me dio tiempo a salsear lo propio. Fallé en mi labor, sin excusas. Fallé.

 Ahora bien, a mayores, hice unas patatas risoladas como guarnición que no estaban contempladas en los mandados examinatoides… sin excusas…


 La verdad, fallé en la práctica y punto.

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