viernes, 23 de abril de 2010

A la manera de ami.

Así que te es.

Ya que no debo transcribir, por aquello de la malignidad de defraudar (conste que mismamente él cita a otros a tutiplén. Quizá, habría que preguntarle ¿has pedido permiso para citar todo lo que citas?...), resumiré… puede ser.

Parece ser que sería conveniente aprender de los propios errores.

No digo yo que no, es más, procuro aprender, aunque la mayoría de las veces lo que intento es desaprender todo aquello impuesto sin razón de ser más que aquella razón de ser por que sí, porque lo digo yo…

Ahora bien, en la mayoría de las situaciones ¿quién se equivoca? ¿Quién, yo? ¡Nooo! Vamos, hombre por dos, será el mundo mundial el que se equivoca ¿equivocarme yo?

Pues eso ¿Cómo narices vamos a aprender de nuestros errores si son los demás, nunca nosotros, los que padecen horrores?

Resulta que las familias (léase primates sociales más evolucionados… y no es la humanidad precisamente) de los monísimos cambian de opinión según les vaya en la feria.

Nosotros (léase humanos, o ni de lejos), que nos creemos lo más de lo más (lo very plus), no cambiamos de opinión ni que nos cometan muertes asesinatos. Y de estos últimos, a tutiplén por doquier. ¿Quién se equivoca, quién usa palabros mal empleados, quién no se da de cuen? ¿Quién? ¿Quién, no usa sus virtudes para enseñar? ¿Quién se encierra?

¿El orden, la certeza, el control?

¿De qué?

Los sentimientos no tienen orden, ni certeza ¿control?

Intuiciones, autosuficientes con criterio propio (puede ser equivocado, o no). Cautelosamente, orden, certeza, control. Introvertimiento, expansión ¿expansión?

Parece ser, por lo que pone aquí: cautelosamente procuremos no equivocarnos; intuitivamente procuremos acertar.

Intuición.

Momentos.

Luces.

Momentos descritos en todas sus luces, con todas las luces. Pocos saben, yo no sé.

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