LAS FLORES.
“…Está, de todos modos, fuera de duda que en
…Al ofrecer a su amada la primera guirnalda, el hombre primitivo se elevó por encima de la condición de la bestia; saltando los obstáculos de la naturaleza, devino humano; adquiriendo conciencia de la utilidad sutil de lo inútil, entró en los dominios del arte…
…Por mucho que ello nos duela, hemos de confesar que a pesar de nuestra familiaridad con las flores, no nos hemos remontado gran cosa sobre el nivel de los animales. Rascad la piel de borrego que nos hemos enjaretado y el lobo en nosotros latente no tardará en mostrar los colmillos. Alguien ha dicho acertadamente que el hombre a los diez años es un animal, a los veinte un loco, a los treinta un fracasado, a los cuarenta un estafador y a los cincuenta un criminal. Quizá se convierta en criminal porque nunca deja de ser un animal. No existe para nosotros otra realidad que el hambre, ni nada hay más sagrado que nuestros deseos… Todos los altares han ido cayendo uno tras otro a nuestra vista; uno sólo continúa imperturbable: aquel en el que quemamos incienso a nuestro ídolo supremo, nosotros mismos. Nuestro dios es grande y el dinero es su único profeta. Para hacerle sacrificios, devastamos la natura a peso. Nos engreímos de haber sometido a la materia y nos olvidamos de que la materia es la que nos tiene reducidos a esclavitud. ¡Cuántas atrocidades cometemos con la máscara del refinamiento y de la cultura!
Decidme, flores gentiles, lágrimas de las estrellas que en el jardín mecéis vuestras corolas al impulso de las abejas que cantan al sol y sobre el rocío, ¿conocéis el destino terrible que os espera? Soñad, columpiaos, haced cuantas locuras se os antojen agitadas por las brisas del estío. Mañana, una mano implacable os apretará sin piedad la garganta; seréis brutalmente arrancadas de vuestros tallos, deshojadas, destrozadas brizna a brizna, transportadas lejos de vuestra cuna. La ninfa que os decapite puede que no carezca de gracias. Acaso os llenará de piropos cuando aún sus dedos aparecen húmedos de vuestra sangre. Decidme: ¿eso se llama bondad? Tal vez vuestro destino sea morir aprisionadas en los cabellos de una presumida sin corazón o estranguladas en el ojal de un cobarde que no osaría miraros cara a cara si fuerais un hombre. Por ventura acabaréis en un miserable jarrón, con un dedal de agua pútrida por todo riego y para apagar la sed frenética de vuestra vida que se extingue.
Flores queridas, si habitarais el palacio del Mikado, os encontraríais a lo mejor frente a frente con un personaje armado de unas tijeras terribles y de una sierrecilla diminuta. Él se da a sí mismo el título pomposo de maestro de las flores. Reclamará los derechos de un doctor, y, a pesar vuestro, lo odiaréis, porque os consta que un médico procura alargar todo lo que pueda los padecimientos de sus víctimas. Os cortaría, os doblaría, os ataría, os sometería a todos los curvamientos imaginables y que se le antojara imponeros. Torcería vuestros músculos y quebraría vuestros huesos como un osteópata. Os abrasaría con carbones ardientes para detener la huida de vuestra sangre y os hundiría alambres en vuestra carne para activar vuestra circulación. Os untaría con sal y vinagre, con alumbre y hasta con vitriolo. Os vertería en los pies agua hirviente cuando estuvieseis a punto de desfallecer. Su gloria sería prolongar vuestros días dos o tres semanas más de lo que hubierais vivido no sometidas a sus tratamientos. ¿No hubierais preferido morir violentamente de una vez a ser separadas del rosal? ¿Qué crimen debisteis de cometer en anteriores encarnaciones para merecer semejante castigo en vuestra actual vida?...
…¿Por qué las flores nacieron tan bellas y tan desgraciadas? Los insectos pueden picar y a la bestia más inerme le está permitido revolverse cuando se ve acorralada. Los pájaros cuyas plumas se utilizan para adornar un sombrero tienen alas para huir cuando se les hostiga; la alimaña de piel valiosa no carece de una madriguera para agazaparse cuando se acerca el cazador. Pero, ¡ay!, la única flor que tiene alas es la mariposa…
…Somos generalmente brutales con quienes nos quieren y nos sirven en silencio, sin darnos cuenta de que la hora puede llegar en que se alejen de nosotros nuestros más desinteresados amigos…
…Celebremos al hombre que se dedica al cultivo de las plantas. El hombre que cuida flores en tiestos es más humano que el verdugo de las tijeras. Vemos con simpatía cómo se inquieta por la lluvia y el sol, su lucha contra los parásitos, su miedo a las heladas, su ansiedad cuando se rezagan los capullos, su regocijo cuando el follaje verdea con todo su esplendor…
…«A aquel que toque una sola rama de este árbol, le será, en desagravio al mismo, confiscado un dedo» ¿No convendría hoy mismo aplicar esta sanción a los que deshogan su furia destructora sobre las flores y mutilan las obras de arte?...
…No caigamos, empero, en sentimentalismos excesivos. Seamos menos suntuosos y más magníficos. Lao zi decía: «El cielo y la tierra son impecables». Kobo Daishi añadía: «Fluye, fluye, fluye: la corriente de la vida va siempre más lejos. Muere, muere, muere: la muerte no perdona a nadie». La destrucción nos acecha en todas las esquinas. Destrucción arriba y abajo, delante y detrás. El camino sólo es eterno. ¿Por qué no sonreír, pues, tan amablemente a
…la significación del sacrificio de las flores. Tal vez las flores la comprenden. Ellas no son tan cobardes como los hombres. Algunas hasta parece que sientan la voluptuosidad de la muerte…
… Un instante, los torbellinos de flores revolotean como nubes de gemas y danzan sobre las aguas de cristal, hasta que bogando sonrientes sobre las ondas parecen despedirse diciendo: « ¡Adiós, Primavera! ¡Nos marchamos a
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