domingo, 24 de enero de 2010

Cuentitis.

Crítica cultural dominguera.

Hoy acompañé a mis sobrinas (a dos de ellas, tengo más, como seis más, todas niñas. Mujerío al poder.) a una representación, cuento y música en uno.

“Juan y las habichuelas mágicas”.

Dos paisas a las guitarras, pero que muy bien tocaban. En la declamación, ella.

Me cae fatal el Juan este. Resulta que va al mercado y cambia una vaca por unas habichuelas mágicas. A la mamma del chaval le parece una mierda pinchada en un palo el cambio hecho, y tira las habichuelas, mágicas ellas. Al siguiente día sale de la casa y las mágicas crecieron tantísimo que son más altas que el Kuru, muchísimo más. El caso es que empieza a trepar (no, no les hace la pelota ni na, ni las lisonjea con palabritas bonitas, tampoco les trae café. Escalada libre, no más) por ellas. Sube que te sube, la bilirrubina por las nubes, incluso más allá. Llega a un castillo habitado por un gigante (que no, Kuru, no seas tan egocéntrico que no sales en este cuento). ¿Pues no va Juan y en una primera visita le roba una gallina que pone huevos de oro? ¿Será mangante el tío? La gallina después de poner y de poner, va y se muere porque le tocaba morirse, hartita que te estaba ya. A trepar otra vez, esta vez roba una saca con monedas de oro. Claro, las monedas acaban acabándose. Otra vez a subir y robar, algunas cuantas veces más. Al final lo acaba cogiendo con las manos en la masa el gigante y lo persigue habichuelas abajo. Una vez que llega a su casa le pide a la mamma que lo parió un hacha y corta la habichuela mágica. El gigante que estaba bajando para darle una paliza, bien merecida creo yo, por mangante, se da un ostiazo contra el suelo y pasa a mejor vida. Pobre gigante.

¿Por qué me cae tan mal el Juan este? Hombre, o mujer en caso de que lo fueras, ya me contarás. El gigante vivía tan feliz en su castillo sin meterse con nadie, viene el sinvergüenza de Juan a amargarle la vida, y aun encima va y se lo carga. Me cae fatal el tal Juan. Como poco se merecía una indigestión de habichuelas mágicas, con todos los gases de efecto invernadero que producen. Anda y que le vayan dando a Juan.

Nada instructivo el cuento este que os cuento.

2 comentarios:

  1. Te odio...Nah, hombre, que es broma...

    Po zí, el Juan ese se merecía que una panda de yankis acrobáticos le dieran una paliza con katanas...Como MÍNIMO...

    Y si, muy poco instructivo, sobretodo, si mis ninias estaban delante...Manipular cuentos no mola...
    Salu2, ami, y quesepas que no me ha gustado tu corte de pelo...

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  2. Pues sí que es verdad, el cuento estaba muy mal contado, se supone que el gigante era malísimo y comeniños, pero como no lo dicen, pues parece que todo lo malo que se le haga a un gigante es merecido, vaya ejemplo. Verás la asociación de gigantes como se va a poner.

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