miércoles, 11 de noviembre de 2009

Semanita ta.

Casi comenzando, el domingo go.

Bailando.

Llegará un día, mañana, la semana que viene, el año que viene, no importa cuándo, verás: tu vida entera es decepcionante, ridícula; no supone ningún reto. Ni todos los poderes del mundo importan, no sirven para nada, si tienes una vida insatisfecha, pero eso tú ya lo sabes ¿no es cierto? ¿Quieres saber más? ¿Oh…?

“No todos nos hacemos viejos, no todos morimos… Pues tendrás mucho más tiempo para sufrir ¿no crees?”

El lunes sigue sin aprender nadita. Llamó. No quiere ver… “Es que quiero que vean cómo es, que sepan que está enfermo. Yo solo quiero ayudarle por amor”

Pero ¿qué me estás contando? Espabila de una vez. ¿Será qué tú estás muy bien? Te veo fatal, o peor. Así, repite una vez, otra más, vamos por la tercera ¿o será la cuarta ya?

No hay mayor ciego, aquél no quiere ver. Siempre, los demás, tú no. Llegará un día…

¿No me quieres escuchar? Perdona, pero la que no escuchas ni pa tras eres tú.

El martes tes, dice con muy mala leche (otra que no quiere ver): adelgazó unos gramos, al menos tres; teniendo en cuenta que la bacaburra pesa unos cuatrocientos quilos de maldad, resultó simpática la apreciación.

¿Hoy? Miércoles, todo el día, hasta que se pase al jueves ¿Ves?

Allí que te voy, a firmar una factura. Ayer me dijo, esquivando la mirada (pensé, uy, me huele peor que tú): ¿puedes pasarte a firmar? Respondile: pues claro que puedo.

Fui, firmé, escribí además…

¡Cuantísimo le desbarató los planes! “Pero, no entiendo ¿a qué viene lo escrito? Bla, bla y bla” ¡Ah! Pero sí lo entiendo yo, además, con esta actitud solo me das la razón.

A joderse, pensé.

Jueves, mañana, ves.

Por escrito, otras cosas ves.

Mi vida no está insatisfecha. Vivo lo que hay, lucho por mejorar lo que hay.

Quizá, si dejo de luchar estaré insatisfecho. Nunca rendirse.

Al igual que la piña, en mis trece, me mantengo.

1 comentario:

  1. Preciosa foto; de lo demás no opino. Igual demasiado preciosa foto para ese "lo demás".
    La paciencia es una virtud muy buena, aunque le sirva al clero para hacer santos.

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