domingo, 22 de noviembre de 2009

Blanquísima Luna.



Así se llama la Minina. Impoluta, blanquísima, preciosísima.

Me la regalaban, a punto de estar a punto estuve de aceptar.

Me encantaría, pero dije no.

Los gatos te aceptan, o no; te quieren, o no. Poco, o nada, les importa lo que quieras o aceptes tú.


Los Ancares: color, niebla, lluvia, viento, un recuncho de sol (pero ¿ya se fue?).

Impresionante colorismo.

El Bierzo en oro, en rojismo mortecino, anuncia el invierno: viene ya.


Un cumpleaños, y que cuuuuuumplas muuuuuuchos maaaaas, querida Marí Lolí.


Curiosidades, la semana pasada estuve entre caer y no caer en el catarrismo. Llegué bien (un susto pasé en el viaje, el coche quería volar con el viento). Una paella, aunque era para nosotros, comimos: sabrosísima.

En cuestión de un minuto, o menos, dije para mí: huy, que mal cuerpo se me está poniendo, me estoy acatarrando a lo bestia. Así fue. En menos de un ultimátum, de repente.

Hoy, estoy peor. Mu malamente.


Hablábamos de ética y de principios personalmente personales de Ami, refugiados de la lluvia, bajo el quicio de la puerta de una iglesia. Muy curioso instante me pareció: “No quiero fabricar armas” dije, digo que no quiero armas fabricar.


Quiero.

1 comentario:

  1. Me encantan los gatos...y los Ancares, precioso, pero insisto: O Cando mola ambién...

    Respecto a la adopción gatuna...Me entristece darte la razón, además un/una gat@ no es filiz en un piso....

    Salu2 y muchas gracias por pasarte a comentar de cuando en vez,ami...

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