Mi querido F. dijo en su día que era un inútil cibernético, ¿o era terrorista cibernético? ¿O desastre cibernético? Non lembro ben (la edad, ya se sabe, según para que cosas es así, como es ella).
El asunto es que mismamente hoy, sin ir más lejos, cuando encendí el parato este casi me da un patatús. No iba ni pa lante ni pa tras. Me se quedó más colgado que Tarzán (de las monas) en el mismísimo momento en que vio a Jane. O sea, la mar (traduzco espontáneamente, ya que entiendo que no todas las personas tienen el mismo dominio de idiomas que uno mismamente, que habla muchos y todos mal. Por ejemplo, y otros. Y el escribircio, ni te cuento, que como te metas conmigo te puedo ¿eh?). Ya estamos ¿y que quería decir?.
¡Ah! Pues eso, nin arre nin xo. Me puse más nerviosillo que un club de flanes delante de su ídolo. ¿Y ahora que hago, me ahogo? Pensé para mis adentros. Le di al reaccionar, reamarmar, o reiniciar para los iniciados (a veces es necesario empezar de cero mil cerocientos cero cero, para ser conscientes de que a lo mejor ni en el comienzo se está) y ni con esas. Le doy a apagar equipo, y después de un rato, que ni se apaga ni flu, decido cortar la corriente (la de casa no, ni la del rio, y con las mareas ni meternos, que esas te son muy suyas y podrán con todos) del parato. Yo, que a veces me pongo en lo peor, pensé ¡abur yogur, se acabó el ordeño!
Mira tú por danone, en la nevera, no. El parato volvió por sus fueros, o sus adentros. Aunque haga ruídos desconocidos para ami.
Lo que está claro después de todo es que la locura no tiene cura, ni falta que le hace.
En fin, aunque mejor en principio, larga y próspera existencia.
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