Muyyyyy buenos días por la matineé.
Very cedo escribo esta mañanita que cantaba el rey David.
Me levanté a las seis y veinte, como todos los días laborables (por cierto que debería estar prohibido por ley darse esos madrugones, a no ser que fuera de forma voluntaria. Las personas decentes nos levantaríamos entre las nueve y las diez, así me lo aprendí yo) y mancuentro en el mancuentro (valga la rebuznancia) unas llamadas perdidas de Bea, una compañera de desplazamiento al antro inmundo en el que trabajo (aunque a veces lo sufra más que otra cosa). Estaba ya saliendo por la puerta (por dónde sino, que vivo en un quinto, majetes. A veces salgo por el tejado, pero eso es con la mente, ya tú sabes pibe; y sí no lo sabes no es muy buena señal, coido eu. A mí es que me vuela mucho la imaginación) cuando devuelvo (que no vomito) la llamada, y resulta que la consellería ha suspendido las clases por temporal. Y siendo san viernes bendito, ya me contarás. Puritito orgasmo.
Así que me vuelvo para la cama ya mismo, salaos.
Hacia tiempo que no me echaba una siesta a estas horas.
Muyyyyy buenos días.
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