domingo, 4 de enero de 2015

Punto y aparte.

Después del punto de inflexión de ayer, hoy toca punto y aparte. A comenzar un nuevo párrafo en esta vida que voy haciendo día a día.

Hoy, después de las circunstancias del ayer, me levanté medio cruzado, o cruzado y medio. Llegué antes que puntual, por mi culpa no ha de ser. Antes de subir a cambiarme y comenzar, o no, la jornada quise tener unas palabras (en cursiva las propias, en ¿normal? Las de él):
“buenos días, esta mañana fui y nada de nada ¿cuándo tienes intención de pagarme y cuánto?;”
 “pero ya te dije que ya fui. Además, lo de ayer no puede volver a suceder, no puedes cerrar la cocina a esas horas un sábado por la noche”;
“Ya te expliqué bien clarito ayer que para que no vuelva a suceder no iba a trabajar más gratis, y de momentito llevo un mes ya y no he visto ni un centimito.”  ;
“ya, pero esta mañana he ido al cajero y saqué la cantidad para pagarte en efectivo todo el mes al término de la jornada de hoy”
 (aquí la cosa empezó a olerme a chamusquina, pero ¿no me habías hecho una transfusión? Pensé, pero no dije por intentar conciliar posturas y, como podréis suponer, el cruzamiento subió al triplo debido al cheirume de sus palabros e, mismillamente eiquí, acabouse ó conto).

En definitiva solución, tomada por mismamente en plenas facultades mentales, ni de coñas acepto las condiciones ofrecidas. Podríamos entrar en discusiones múltiples, pero tan solo te pedí Un Justo Salario Por Un Muy Buen Trabajo Realizado, Tú Lo Sabes. ¿Me ofreces (una miérdaga pinchada en un palísimo) por ochenta horillas de más? Pues me voy, ni me cambio. Ahí que te quedas, y me viene con las siguientes palabras: “es que si te pones así, a mi ya no me vales, no quiero a alguien como tú”…
mira, mira, lee, lee lo que pensé: mejor me callo porque, en el caso de ser el caso y dar rienda suelta al cruzamiento al cuádruple que llevaba ya, la hecatombe podría suceder y en vez de limpiar ponerlo todo perdidito. Claro, claro, incluso meridiano que te veo… a ti te importa un pimiento asado (y eso sin probar la ensalada de pimientos asados que te podría hacer), por decir algo, a ti lo único que te importa es la cuén para ti… Tú verás, que llevas gafas o aunque no las lleves, sí te crees que un centimillo de más en tú cuenta es mucho más mejor solo para ti, vas listo… y, está claro visto lo visto, por el interés propio te quiero Andrés… ¿compartir? Que no quieres ¡Pues ahí que te que te quedas!
En plenas facultades te cuento: pues que por dónde llegué me fui, por la puerta; con la decisión bien meditada. Esclavo no.

Y ahora veremos a ver lo que sucederá con este punto y aparte.  

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