¿Qué tú quieres ponerme lo qué?
Mira, guapito de cara, no me pones nada forzado tú a mi ni jartita de jierbitas.
Un tiro forzado, ¡A MI! Que desvergüenza la tuya.
Pues por que me puse un poco borde en el hablar, sin faltar.
Sino entre uno y otro me llevan al huerto.
Uno dice que, huy, le da en los cuernos que necesita una limpieza en la cámara de combustión (pienso yo ¿sobre que hablará éste?). Y se pira, no vaya a ser que sea y le toque hacer la faena.
Otro llega después. A este recién llegado le da en lo suyo propio que lo necesario es un tiro forzado.
A mi me da que entre el otro, el uno y la compañía subcontratada por la compañía subcontratante de la subcontrata quieren hacernos parecer imbéciles.
O a lo peor solo quieren que nos demos de cuen de nuestro verdadero natural.
Resumiendo:
¿Tiro forzado me quieres poner?
¡Y una mierda pinchada en un palo!
Dicho de otra manera:
- Enséñame la normativa, ricurita.
- Es que no la llevo encima.
- Caray, tenemos una problemática. Pero ya se me escurrió que hacer. Haces lo que tienes que hacer, oséase limpia la camarita de combustión (o combustiono yo, tú verás) y luego hablamos.
Hízolo. Problema solucionado.
El tiro forzado lo vas llevando por donde lo trajiste.
Esto que os cuento, por la tarde en casa.
Por la matiné en el trabajo:
Blabla, blablablá, blablabla blablá, blablabá…
¿Tiro forzado?
Siempre rompe.
Al rovés no puede ser.
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