martes, 1 de septiembre de 2009

¿Tiro forzado?

¿Qué tú quieres ponerme lo qué?

Mira, guapito de cara, no me pones nada forzado tú a mi ni jartita de jierbitas.

Un tiro forzado, ¡A MI! Que desvergüenza la tuya.

Pues por que me puse un poco borde en el hablar, sin faltar.

Sino entre uno y otro me llevan al huerto.

Uno dice que, huy, le da en los cuernos que necesita una limpieza en la cámara de combustión (pienso yo ¿sobre que hablará éste?). Y se pira, no vaya a ser que sea y le toque hacer la faena.

Otro llega después. A este recién llegado le da en lo suyo propio que lo necesario es un tiro forzado.

A mi me da que entre el otro, el uno y la compañía subcontratada por la compañía subcontratante de la subcontrata quieren hacernos parecer imbéciles.

O a lo peor solo quieren que nos demos de cuen de nuestro verdadero natural.

Resumiendo:

¿Tiro forzado me quieres poner?

¡Y una mierda pinchada en un palo!

Dicho de otra manera:

- Enséñame la normativa, ricurita.

- Es que no la llevo encima.

- Caray, tenemos una problemática. Pero ya se me escurrió que hacer. Haces lo que tienes que hacer, oséase limpia la camarita de combustión (o combustiono yo, tú verás) y luego hablamos.

Hízolo. Problema solucionado.

El tiro forzado lo vas llevando por donde lo trajiste.

Esto que os cuento, por la tarde en casa.

Por la matiné en el trabajo:

Blabla, blablablá, blablabla blablá, blablabá…

¿Tiro forzado?

Siempre rompe.

Al rovés no puede ser.

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