domingo, 13 de septiembre de 2009

Sentado en el poyo.

Marca la vida. Tengo una ampolla en el dedo anular de la mano derecha de lo más natural, en forma de perfil de espumadera. Una marca en el dedo corazón de la mano siniestra, en forma de estufa de leña. Un moreno montuno, en las partes que ven el sol; blanco blanquísimo, en las que no lo ven. Manchas de sudor ya no, ducha y cambio de ropa; ahora bien ¡unos restos de cansancio así de grandes! Alguna que otra herida por ahí tengo.

Claro, delante de un señor Árbol sentado en el poyo, elucubro (Si, muy laboriosas construcciones intelectuales, pero con poco fundamento. Dice bien el María Moliner, por una vez coincido en lo que quería decir y la palabra a emplear, o no).

¿Qué es un fundamento?

Será ¿al crecer se pierde elasticidad? ¿Ese antaño tronco fino ya no resistirá el temporal tan ricamente?


Unas cuantas ranas, vi. Algún raro bicho volador también.


Rigidez la justa, ni más ni menos. Pocas cosas creo saber.

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