Al salir hoy, no sé por qué, vívido en la memoria lo encontré.
Caminaba bajo el paraguas, llovía bien.
… Paré en Santa Catalina de Somoza. No era la una aun. Me duché de arribita a abajito, todito. Fui a comer. En el albergue leí un pedazo de cacho de trozo libro. Me puse a escribir, entre tanto tocó la guitarra y cantó otro que también pasaba por allí, dos oriundos (supuse que lo eran, entre otras cosas porque hablaban de que vivían allí) planeaban salir, algunas personas más pululaban.
Cené pronto, sobre las siete, lavé los dientes antes de ir a dormir. Luego estiré bien el cuerpo para acostarme. Serían las nueve cuando me dormí.
Desperté, cierta luz tenue en el horizonte. Dije para mi: arriba e alá vou.
Al levantarme preguntó el cantaor guitarrista: ¿pero, te vas a caminar ya? Contesté: ¡pues claro!
Me vestí fuera de la habitación, para no molestar. Desayuné tranquilamente. Cargué la mochila, ¿preparados? Listos, ya. Salí, se me ocurrió mirar el reloj.
Pero, serás imbecilito.
Son las once de la noche.
¿Amanecer? Que carallo, si está anocheciendo.
Quizá no parezca.
En su momento, que impacto.
No te creas, no. Por la cabeza se me pasó caminar en la noche, apunto de estar a punto estuve.
Volví a la cama.
Claro, por eso preguntaba como si yo fuese marciano: ¿pero, te vas a caminar ya?
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