Pues eso, gracias a eso hoy no reventé, no reviento, no me hipohuracano.
Para empezar, ayer de noche. ¿No te jeringa y vuelve otra vez con él? Igualito le es lo que le digan. Ella en posesión de la verdad, la suya claro, pasándose la de los demás por el forro. Aquí importo yo, yo y después también yo. ¿Qué, mi vida afecta a la de los demás, a mis descendientes y ascendientes? Pues que se jeringuen ellos, oye. YO, es lo importante. En fin, sin remedio. Por mis partes, hasta aquí, ahora ya sí (¿está bien acentuado asín?), ya no más.
Hoy el día empieza amaneciendo, muy raro no es.
Le toca conducir a la mis la más, o sea, la mar muerta (ella, sin vida propia. Pero la nena, me decía loca de pasión, nos toca el violín). Para amenizar el viaje, música de violín. Pues mira, que quieres que te diga, una mierda pinchada en un palo. No, no es que no me guste el violín. Claro, una cosa es que te guste la música clásica, otra cosa muy distinta es que guste escuchar la música de Barrio Sésamo, o cosas parecidas, tocada al violín… por no decir que a las siete y poco de la matiné lo que tocan son los co..nes. Es igual, esta otra también disfruta con lo suyo, hasta sigue el ritmo con la cabeza (lala, lalalá, lalalalala, lalalá…). Por favor…
Incluso llegar al innombrable lugar resulta un descanso después de una torturilla cerebral a través de los oídos.
En las primeras horas va mejorando el panorama. Van llegando:
Uno, sinceramente: Buenos días, guapísima ¿Qué tal estás?
Guapísima: Oyyy, gracias, muy bien, ayer corté el pelo.
Uno: ya te veo, ya. Estás muy linda.
Guapísima: muchas gracias, guapo.
Llegan más, todos saludan respetuosos, atentos, correspondidos.
¿Espejismos? No, realidades.
Ahora bien, llega alguien que no debería estar en ese lugar. Lo trastoca todo porque está loco, literalmente loco. Se cruza porque está loco, Rompe un cristal, no contento con eso coge un trozo y se raja un brazo. Sangra, sangra y más. Mira, menos mal que no se le dio por rajar a otro… bien podría, está loco.
De sobras saben como está el loco allá en el despacho. Una mierda le importa… mientras no le toque a ella, claro. En su bunker se cree inalcanzable. Algún día tendrá lo que se merece, y no menos de lo que se merece.
Ante todo, mucha calma.
En tiempos, en lugares, en situaciones adversas.
Relajación, visión, respiración.
Sí, majete, relájate, oxigénate, que te va a dar un síncope o algo. No me hagas mucho caso pero ¿tienes la misma mala suerte con todas las mujeres?
ResponderEliminarEs coña, ya sé que con todas, no.
Anda, anda, que no andas na. Lo mejorísimo de ellas tengo la suertísima de conocer, aunque lo peorísimo también.
ResponderEliminar¿Equilibrio? Lo hay, puede ser.