Tú si deberías estar en un museo. En uno de los horrores, o de las mentiras, o de las podredumbres.
No te confundas, Ami juega limpio, jamás tú.
Pues a jugar, ¿Adivinas el precio susto? A ver si tienes lo que hay que tener para razonarme por escrito lo que hoy me dijiste de viva y viperina voz.
Órdago a la grandísima hija de la gran chingá.
Escrito que te va.
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