domingo, 14 de diciembre de 2014

Carambí urí

Caramba carambita…

Pues héteme en este mismo punto, cuasi sin vida personal pero con apasionante trabajo, me apasiona la cocina. Soy cocinero pofesionaloide.

Sí, pues fueno, pues fale, hace unos meses trabajé también como cocinero aunque más bien ejerciera de ayudante. Hoy no ejerzo de ayudante, aunque también, sino de cocinero. Desde el principito hasta que llega al plato con sabrosura, y vuelven casi siempre limpitos los platos (lo sé de buena tinta, porque además de cocinar me toca lavarlos). Vamos, que estoy solo en la cocina: planeo los menuses; pido lo necesario para llevarlos a buen plato con sabor de amor en lo hecho y los elaboro con cariño y dedicación (además de un poquito de estrés… ay, señor señor ¿conseguiré que esté todo a punto en hora y en su punto de gustirrinín al paladar?)

Sin ir más lejos hoy (¿quizá ya ayer?): unos callos sabrosísimos; un cocido de los buenos (con su cachola, sus costillas de adanes y evas, garbancitos dónde estáis, patácolas y grelos, pues sí, con morros y orejas, chorizos y morcillas, esa sopa riquisísima de fideos fisnos…)…

Pues además, aprovechando que la tarde noche fue muy tranquila, reciclé unos jurelitos al escabeche con sutil toque de curry; con tres codillos al aroma de mostaza y bañados en zumo de piña que sobraron del menú de ayer (¿o anteayer ya?) procedí a picarlos como si no hubiera un mañana, hacer una finísima bechamel y convertirlos en croquetas concretas (mira, o más bien lee, lo que te digo… no sé como quedarán al final, pero la mezcolanza croquetil estaba para disfrutar en todo el paladar).
¿Continuará? Carambolas, vai ti a saber…

No hay comentarios:

Publicar un comentario