¿Puede haber mayor satisfacción
para un cocinero que los platos, al regreso de las mesas, vuelvan cuasi fregaos
ya?
Pues eso. Satisfecho estoy con
mi trabajo. Así me devuelven (que no vomitan) los platos. Además, como soy asín
y asín seguiré nunca cambiaré, siempre salgo a preguntar (a la menor
oportunidad) sí la comida está al gusto de los comensales (entre otras cosas
para corregir posibles errores al probar).
Hoy que te hice una sopa
juliana sabrosísima, o así me lo pareció a mismamente, al preguntar, contestome
una: ¿Qué si me gusta? Me encanta; otros dos, después de repetir, dijéronme:
está rica, sin más ni menos (pero repitieron).
Unas concretas croquetas de
bacalao, deliciosillas, les serví a tres niñas que iban acompañadas de la
encantada (supongo que era su madre querida) con la sopa juliana, al preguntar
qué tal no dijeron naaa, pero gestualizaron muchos síes repetidos; una chuleta
de ternera al punto pidiome (en un caso de suponitis aguda) el padre: muy
sabrosa estaba, en su punto.
Además hice también unos
macarrones guisados al punto de curry. Bueno, no salió ni un plato a medio día,
nadie los pidió. Pero se sirvieron de pincho a la noche. Seguro que no
defraudaron, relucientes volvían los platillos de pinchos.
Volviendo al mundo croquetil:
ayer que te hice unas de grelos de y gambas; hoy dejé preparadas unas de pulpo…
Y ahorita, agotaíto estoy.
Trabajo mucho y bien. Tengo la cocina impoluta, no estaba así cuando llegué.
Estoy trabajando casi casi
sesenta horas semanales, me pagan cuarenta. Ayer llegan tres a comer a las
cuatro de la tarde (en teoría es a la hora que salgo) y le dije a mi jefe: esto
no puede ser así, ni de coñas puede ser así; el sábado trabajé doce horas
(tuvimos una cena de 17 personas por un lado; por otro lado otra de veinticinco
(tarariro…); además, quedaba una mesa de 6, la ocuparon y cenaron rebién; por
si fuera poco, otros dos cenaron en las mesas del bar… perdí la cuenta ya de…);
ni de coñas puede ser así esto…
Le dije: he firmado este
contrato y no voy a fallar; ahora tú sabrás, pero a la hora de renovar ni loco
sigo en estas condiciones de mierda, trabajando la mitad del tiempo gratis; cómo
que no me lo como, no y punto.
Ahora bien, él sabrá lo que le
conviene a su negocio. Yo sé lo que sé y, fíjate tú lo que te son las cosas de
las cosas de enfrentarse a los miedos cara a cara (eso sí, importantisísimo que
te ofrezcan la posibilité, hasta ahorita en que realmente me he enfrentado a
llevar una cocina en solitario no lo sabía y, por el mismito raciocinio, lo
dudaba), no dudo que pueda mucho y bien… Muchas ideas tengo para que el
restaurante funcione mejor que rebién, por supuesto en bases bien cimentadas:
ofrecer una comida de calidad, sencilla a la par que elaborada; atención al
comensal, sin menos ni más, atenta y respetuosa…
Y no pienso en dar más pistas…
¿egoísta?... Pudiera ser, o ni de lejos… “Reserva del Setenta”. ¿Sueños son?
No hay comentarios:
Publicar un comentario