(uy, que me falta la g, ya vuelve la disléxica
que llevo dentro a emerger y querer campar a sus anchas… ¿Queee? ¿Gorda yo?
Noooo, soooorda … ¡Ah, bueno!)
¿Qué quieres que te diga? Pues eso no te lo
voy a decir…
De primero: unos mejillones en concha de
Vieiras gratinados al horno… Pues mira, a lo mejor los mejillones cambiaron de
opinión por el camino y decidieron volverse a la mar salá, desde luego yo no
los encontré en la concha que, al menos ésta sí, era de Vieira…
Y a pesar de la ausencia mejillonil, estaba
bastante comestible el primero… ¿Para nota? Pues ahí ya no te sé, para comer sí
sin llegar hasta el orgasmo de las papilas gustativas.
De segundo (cosa rara en mis mismidades, pero
me apeteció carne): solomillo de cerdo envuelto en tiras de beicon, con patatas
panaderas y salsa de champiñones…
Uy, que me pierdo, céntrate (y una mierdísima
pinchada en un palísimo, ¿a estas alturas, siendo bajito, me voy a moderar? No me
da la gana)… Al solomillo un poquito más de hechura le vendría incluso bien,
sin estar crudo puesto que no lo estaba… Las patatas estaban como tienen que
estar las patatas, riquisísimas estaban las patácolas…¿Y la salsa de
champiñones? Seguro que sobraba, sí lo sé voy igual y pido lo mismo pero sin
salsa y con solo los champiñones… Que manía persecutoria tienen en los sitios
del comer contra las papilas del gusto, enmascarando y embadurnándolo too con
salsas que no dejan distinguir el sabor de cada cosa…
¿Postre? Uy, no gracias… sí estoy así de sorda
es porque me gusta comer.
Agua fresquita de beber, acompañada de un vino
delicioso de Cádiz ¿en el nombre del vino? No preguntes que no recuerdo… ¿Pero
en Cádiz hacen vinos? Parece ser que sí, y nada mal al menos éste.
Por que para disfrutar del condumio lo más
mejor que hay es la compañía, en agradabilísima compañía todo sabe más mejor…
en agradabilisísima compañía esta crítica
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