Al fin alguien transmite seguridad.
Ayer despachamos a una. Y que tranquilidad, un peso muerto nos quitamos de encima… En su despacho no tenía ni libros. Eso sí: ordenador; teléfono móvil; agenda electrónica; eso todo tenía, además de mucho blablablá sin fundamento.
¡Que gusto! Mandarla a pastar. Como para dejar en sus manos algo importante. Quita, quita, como se te estropee la electrónica no sabrás ni donde estás.
Hoy nos recibió en su despacho, lleno de libros. Ningún mancuentro necesita para saber donde está. Bien plantado, diligente. En media hora nos aclaró más que la otra "electrónica" en dos semanas.
Al fin alguien transmite seguridad. Luego podrá salir, o no. Pero si no sale, nunca será por su culpa. Al fin hoy puedo descansar, el desamparo sentido se ha esfumado. Después de estos últimos tres meses rodeados de sindicatos majaderos…
Al fin alguien sabe cuándo, dónde y cómo actuar.
¡Que descanso! Sentir que uno está en buenas manos para seguir actuando, perfectamente bien, asesorado.
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