Hace un rato ya sucedió lo inexplicable.
Venganza: pues tú más, toma…
¿Algún día parará todo este desatino?
“Dos mundos unidos por la guerra
Cuando vivir o morir es tan sólo una cuestión de suerte
C.J.Chivers…
…Nueva York y Afganistán, dos mundos de escombros, trabajo duro y dolor…
… Nueva York. Un fogonazo en el lugar de la torre donde se incrustó el avión y luego el estruendo de la explosión y los gritos de la gente huyendo en estampida…
… Afganistán… Un chico de diez años cuya casa fue destruida por las bombas…describe un dolor que nunca había sentido antes…
A veces las notas y testimonios hablaban de temas concretos… Hablaban del miedo, el agotamiento, el dolor, la furia, la valentía, las masacres, la traición, la tristeza, la rabia, la desesperación, las enfermedades, la confusión, la soledad y el arrepentimiento. Hablaban del tedio, de la duda sobre lo que vendría después.
Y hablaban de la felicidad… «Eso es que hemos ganado, ¡hemos ganado!».
Quizá tuviera razón…
Eran mundos aparte, Manhattan y Afganistán, llenos de contrastes y similitudes. Se podían extraer dos lecciones que se repetían una y otra vez: que la verdad depende de tu tribu o grupo, y que el poder de la suerte es casi absoluto.
¿Qué había ocurrido? Depende a quién le preguntaras, y había más grupos implicados en lo que ocurría a los que preguntar…: políticos, policías, pastunes, refugiados, clérigos, boinas verdes, bomberos, uzbekos, viudas, huérfanos, mutilados o marines. Cada uno con una versión de los hechos diferente, incluso cuando se sacaba a colación el mismo tema…
…Influido por la tradición y el instinto de supervivencia, el ser humano siempre ha tendido a esperar cierta capacidad de decisión en su propio destino. El raciocinio, el bienestar físico, el estado de alerta, el don de la habilidad: todas estas herramientas se supone que garantizan que cualquiera que se encuentre en un mal trance puede remontar y superar la situación.
En innumerables ocasiones… no sucedió así. El don de la oportunidad fue el árbitro definitivo, y la buena y mala suerte significó estar o no en el lugar donde chocaron los aviones, donde las torres se desplomaron o en las casas donde cayeron bombas.
Un hombre se encontraba entre las calles… el 11 de septiembre. Sobrevivió. Otro se encontraba en una oficina en la planta… de la segunda torre. Murió. ¿Quién decidió dónde estaría cada uno?
Poco se podía hacer. Era imposible elegir estar en el lugar correcto o en el equivocado, porque cuando las personas toman decisiones son incapaces de adivinar la gravedad de los sucesos venideros, como no pudo saber la familia afgana que se refugiaba de un ataque aéreo que la única bomba que no explotaría de todas las que lanzaron en su barrio sería la que atravesó su tejado y se alojó en su casa.
Malas decisiones o imprudencias podían costarle la vida a alguien, pero tomar las decisiones acertadas y una actitud prudente no garantizaban la supervivencia. Se trataba de la suerte, y había momentos en los que ésta parecía el arma más poderosa del mundo, más fuerte que la certeza de los … en la voluntad de Dios, más fuerte que las bombas…”
Y a pesar de todo lo anterior, un mundo de sufrimiento y dolor. Quizá nunca aprenderemos a respetar creencias, modos de vida, o suertes…
Desde aquí: mis respetos a todos vosotros ustedes, los que ya no están por tantísimos sinsentidos; todos mis respetos a los presentes, quizá entre todos consigamos respetarnos. Un brindis por el respeto mutuo, humanidad.
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