El fin de cena también.
Ahí mismamente ocupé un trozo de pedazo de cacho de sitio de suelo.
En acampada libre: El colchón de acampada, valga la rebuznancia, se porta, si; el saco de verano (fíjate si seré espléndido que tengo dos, el otro de invierno); un cojín, para no quedar Torcuato por parte de cuello; baaaaallenitamente yo; y varios invitados inesperados. Previa petición de permiso, por descontado.
Entre los inesperados, varios. A saber que se sepa:
-Varios Gallitos. De esos de los que en cuanto sale Lorenzo empiezan a cantar.
-Al poco llegaron los claclás. Es posible que por ese nombre no os suenen, también se conocen con el apodo de “Peregrinos en El Camino Caminando, con un bastón u dos”
Si llevan uno mono: cla cla cla…
¿Con dos, y estéreos? Claclacla…
-Además, Rita la perrita.
Empezamos, sin ir más lejos, en la galería.
Unos bocaditos: pan con su aceitillo, aceitunas negras y cecina unos; los otros anchoitas ricas y tomatito.
¡Vale! Un brindis.
¡Por Vosotros Ustedes!
Nos sentamos en unas sillas a la mesa (es que a veces hay que explicároslo todo).
El primero muy riquísimo: pequeña berenjenita y sus cositas, al horno.
Llegó después el segundo, sin desmerecer al primero: solomillo rellenito el, de nueces y queso; no quedó la cosa así, no, venía acompañado por una salsa, ¡que salsa!; espinacas fritas, de verdad de verdad de la buena sorprendentemente ricas.
Pues claro, postre: Mouse de chocolate con castañas y fondo de bizcocho.
Faltaría más, café.
Hacía que no jugaba al billar, ni lo sé.
Claro, perdí.
Tú ganas, de momento, Ra.
Castañas.
Correos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario