domingo, 23 de agosto de 2009

En la Galería, el aperitivo.


El fin de cena también.

Ahí mismamente ocupé un trozo de pedazo de cacho de sitio de suelo.

En acampada libre: El colchón de acampada, valga la rebuznancia, se porta, si; el saco de verano (fíjate si seré espléndido que tengo dos, el otro de invierno); un cojín, para no quedar Torcuato por parte de cuello; baaaaallenitamente yo; y varios invitados inesperados. Previa petición de permiso, por descontado.

Entre los inesperados, varios. A saber que se sepa:

-Varios Gallitos. De esos de los que en cuanto sale Lorenzo empiezan a cantar.

-Al poco llegaron los claclás. Es posible que por ese nombre no os suenen, también se conocen con el apodo de “Peregrinos en El Camino Caminando, con un bastón u dos”

Si llevan uno mono: cla cla cla…

¿Con dos, y estéreos? Claclacla…

-Además, Rita la perrita.

Empezamos, sin ir más lejos, en la galería.

Unos bocaditos: pan con su aceitillo, aceitunas negras y cecina unos; los otros anchoitas ricas y tomatito.

¡Vale! Un brindis.

¡Por Vosotros Ustedes!

Nos sentamos en unas sillas a la mesa (es que a veces hay que explicároslo todo).

El primero muy riquísimo: pequeña berenjenita y sus cositas, al horno.

Llegó después el segundo, sin desmerecer al primero: solomillo rellenito el, de nueces y queso; no quedó la cosa así, no, venía acompañado por una salsa, ¡que salsa!; espinacas fritas, de verdad de verdad de la buena sorprendentemente ricas.

Pues claro, postre: Mouse de chocolate con castañas y fondo de bizcocho.

Faltaría más, café.

Hacía que no jugaba al billar, ni lo sé.

Claro, perdí.

Tú ganas, de momento, Ra.

Castañas.

Correos.

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